20/06/2019

La relación entre el terapeuta-paciente

Categoría: Adultos

La relación entre el terapeuta-paciente

La relación que se establece tanto dentro como fuera de la psicoterapia es una relación real construida por un vínculo entre las dos o más personas que la componen. En referencia a la psicoterapia y concretamente a la relación terapeuta-paciente, esta también se ajusta a una de las necesidades básicas de los seres humanos: la conexión social.

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza y por ello necesitamos vincularnos desde el nacimiento, sentir que pertenecemos a algo y que el entorno nos facilita de apoyo social. Algunos estudios incluso demuestran que la sensación de soledad percibida es un factor tan importante de amenaza para la salud de las personas como cualquier otro elemento potencialmente dañino (tabaquismo, obesidad, falta de ejercicio, etc.).

El vínculo es clave para lograr los objetivos terapéuticos

Como evidencian distintos estudios, la relación que se establece de empatía y apoyo es clave por su capacidad sanadora, independientemente de la corriente o las herramientas que se utilicen en psicoterapia. En el Prado Psicólogos trabajamos con una orientación integradora de la psicoterapia, en la cual, el apego es uno de los focos centrales de la terapia y el vínculo que se genera entre el terapeuta  y el paciente es la herramienta que nos resulta fundamental para el cambio.

Por apego entendemos a la relación que se pone en marcha en los seres humanos a la hora de vincularse con los demás. Un buen apego es fundamental para que las personas podamos autorregular nuestras emociones, tengamos una buena autoestima y una buena capacidad de establecer vínculos afectivos sanos.

A la hora de establecer un buen vínculo terapéutico, una alianza adecuada resulta clave, ya que es lo que tiene que ver con conectar con la persona que acude a terapia. Es la relación personal que establecemos y lo que hace que el paciente sienta confianza y seguridad en el o la terapeuta y se va desarrollando por medio del lenguaje verbal y no verbal.

En consulta es habitual comprobar que en función de cómo fue cuidada una persona a lo largo de su infancia, esta almacenará información muy importante acerca de cómo deberá cuidarse a lo largo de su vida adulta, es decir, de lo que debe hacer para mantenerse vivo, sano y feliz. En ocasiones, a causa de posibles experiencias de negligencia o de desatención por parte de sus cuidadores principales  en la infancia (normalmente sus progenitores), muchos adultos no tienen referencias de calidad sobre cómo deben ser cuidados realmente y eso les lleva a comportarse de una forma autodestructiva en la edad adulta. Cuando estas personas ya adultas llegan a nuestra consulta, es labor del terapeuta que se establezca un vínculo seguro y sano con el paciente, con la finalidad de que, ahora sí,  aprenda que hay otras alternativas más positivas a la hora de tratarse a sí mismos.  Por tanto, es de mucha relevancia que el psicólogo se convierta en una figura de referencia de base segura para el paciente para que por medio de la relación que se establece, se puedan sanar los vínculos que no se han instaurado de una forma apropiada en el pasado.

Manejo del vínculo a lo largo del proceso terapéutico y sus repercusiones

A lo largo de la intervención, siempre vamos a priorizar el vínculo de manera transversal. Cuando el vínculo que se establece no es el adecuado, la relación terapéutica no va a funcionar de manera efectiva y es posible que el paciente no se vaya a sentir lo suficientemente seguro para continuar con el cambio ni tampoco pueda sanar experiencias del pasado.

En nuestro caso, algunos aspectos que consideramos imprescindibles y que siempre tenemos en cuenta a la hora de establecer una buena vinculación con nuestros pacientes son, entre otros:

  • Escuchar al paciente antes de intervenir.
  • Mostrar una empatía y comprensión sinceras por la situación que le trae a consulta a la persona.
  • Aceptar los puntos de vista de los pacientes de manera incondicional sin juzgar ni criticar y con independencia de las actitudes o sentimientos que este pueda tener en un momento dado.
  • Adaptarnos a las necesidades del paciente y cooperar al servicio de los objetivos de la terapia siendo respetuosos con la vida de las personas que acuden a consulta.

Por tanto, ser una base de apego seguro y sensible a las señales que los pacientes puedan emitir a lo largo de las sesiones de psicoterapia (por ejemplo, teniendo en cuenta el estilo de apego seguro o inseguro que tiene la persona, adaptándonos al mismo e ir avanzando en función de su propio ritmo) es fundamental para que haya una buena vinculación, y para que la persona  que acude a consulta se sienta más libre y confiada de mostrarse tal cual es. Esto también le va a permitir seguir explorando, expresando, descubriendo…en definitiva, le va a facilitar ir consiguiendo los objetivos terapéuticos planteados.

Esmeralda Salinas Rodríguez Col. M-26671

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