05/07/2019

Cómo influye la violencia en la percepción de seguridad y del vínculo. Entrevista a Cristina Cortés en ABC

«La psicoterapia siempre será coja si el sistema de protección falla».
Exponer a los hijos al contacto con el agresor es una fuente de «retraumatización», expone Cristina Cortés, psicóloga especializada en trauma.

[Fuente original ABC |SANTIAGO ] IR A FUENTE

Global Panorama CC-By-Nc

Cuando la violencia y el estado de alarma se instala en casa, los pilares que necesita un menor para su desarrollo se tambalean. Cristina Cortés, psicóloga y psicoterapeuta especializada en trauma, imparte desde este viernes en Santiago una formación dirigida a profesionales vinculados a los dos programas de atención psicológica a víctimas de la violencia machista y a hombres con dificultades para controlar la violencia en sus relaciones familiares que funcionan en la Comunidad de la mano del Colexio Oficial de Psicoloxía y la Secretaría Xeral de Igualdade. Cortés es rotunda: la vivencia directa o presencial del maltrato en casa «siempre deja huella». «Lo que necesita un niño es crecer en un entorno seguro y en las familias en las que se está viviendo violencia de género o una situación de alarma doméstica lo último que se percibe es seguridad», expone. La especialista realiza una llamada de atención sobre los vacíos que todavía operan en el sistema de protección: «El éxito de la terapia va a depender ante todo de si realmente se consigue proporcionar seguridad al menor, de modo que nuestra intervención siempre va a ser coja si el sistema falla, y muchas veces aún hoy tanto organismos sociales como judiciales fallan», afirma.

Se refiere Cristina Cortés a aquellos casos —«mucho más frecuentes de lo que creemos», indica— de niños forzados a mantener el contacto y la relación con progenitores que han sido la causa de esos entornos inseguros. «A nivel social aún está pendiente una gran conciencia colectiva donde realmente el objetivo sea la defensa del menor, que se vea que el niño necesita para crecer y desarrollarse adecuadamente un entorno de seguridad. A día de hoy todavía se le sigue dando mucha importancia a los derechos que tienen los progenitores y no tanto a los derechos que tienen los niños. Muchas veces la sensación en estos casos, cuando están fallando partes del sistema, es que estás poniendo una tirita que se levanta en cuanto el menor se ve expuesto de nuevo», relata Cortés. El contacto forzado con el progenitor, añade, «es una de las cosas que más retraumatiza, porque los menores en esos casos crecen con la sensación de que nadie realmente les puede asegurar estar a salvo».

La retraumatización aparece como uno de los conceptos claves en la intervención con niños que han estado expuestos a relaciones de violencia en casa. La inseguridad en el hogar impide un adecuado desarrollo de los vínculos y el apego, enfatiza Cortés, «no es sólo la percepción de seguridad que tengo, sino también la proyección que voy realizando de cara al futuro de cuánto de seguro es el mundo y cómo de seguro es relacionarme con él». De ahí, explica, que las relaciones y habilidades sociales de estos menores se vayan a ver probablemente afectadas lo que se traduce en «muchas más posibilidades de ser víctimas en otros contextos, como el bullying escolar, por ejemplo».

La especialista aboga por una reflexión profunda sobre lo que significa un trato adecuado —muchas familias, indica, normalizan o minimizan maneras de relación que no se identifican como problemáticas hasta que dan la cara en forma de alguna sintomatología en el menor, en forma de problemas de conducta, o bajo rendimiento académico, ejemplifica— y alerta sobre el maltrato silencioso con el que conviven muchos menores. «Aún cuesta mucho denunciar la violencia de género e incluso vemos casos de mujeres que consiguen salir de ese horror tras la separación, pero los hijos siguen expuestos», apunta.