Terminamos la semana, con este interesante artículo, que nuestro compañero de Vitaliza, Borja Luque, ha escrito para la revista Psicología y Mente:
El término «Sensibilidad Interpersonal» hace referencia a la capacidad que posee una persona para identificar qué siente, piensa, necesita, qué expectativas posee y cómo es la personalidad, de la otra persona y, de esta manera, responder consecuentemente.
Así pues, estamos hablando de la precisión en el procesamiento de señales y conductas de otras personas y características identitarias de la personalidad, dentro de las cuales podemos encontrar la orientación sexual. Esto facilita la comprensión de las intenciones que tiene, así como nos ayuda a anticipar las necesidades y los deseos que posee.
La Sensibilidad Interpersonal (SI) es, desde esta perspectiva, una importante competencia social que consiste en la realización inferencias acerca de las habilidades, características y estados de otras personas a raíz de sus señales no verbales, para lo cual es imprescindible el significado dotado a la conducta no verbal observada con anterioridad..
Para Riggio, la habilidad de comunicarse no verbalmente depende de la capacidad de regular (gestionar), enviar (codificar) y recibir (descodificar) correctamente la información. Teniendo en cuenta las definiciones anteriores, podríamos decir que el último de estos tres aspectos es el que se correspondería con la SI, es decir, la habilidad de percibir esta información.
La SI, a su vez, puede dividirse en Sensibilidad No Verbal, Sensibilidad Emocional y Sensibilidad Social. La primera incluye la lectura de señales de actitudes, intenciones y de orientación interpersonal (gustos, deseos, etc.). Mientras que la segunda se focaliza únicamente en señales emocionales y la tercera en información social global.
La Sensibilidad Interpersonal se encuentra en el núcleo de modelos teóricos de Inteligencia Emocional y Social, entendiendo que uno debe poseer competencias básicas en Sensibilidad para poder ser emocional o socialmente inteligente. Así pues, Mayer, Salovey, Caruso y Sitarenios y Cherniss incluyeron la SI (emocional) como uno de los elementos definitorios de la Inteligencia Emocional.
De esta manera, la SI es necesaria para el desarrollo de una Inteligencia Emocional funcional en tanto que afecta a la capacidad de percibir, interpretar y responder a las emociones de otras personas, teniendo gran incidencia sobre la percepción emocional.
En este sentido, hay evidencia de la relación entre la Inteligencia Emocional y la SI percibida por la propia persona y por los pares, siendo dicha Sensibilidad una de las vías por las cuales la Inteligencia Emocional ayuda a las personas a interactuar con otras de manera efectiva.
Aunque a nivel teórico los conceptos de Empatía Emocional y SI se relacionan, su principal diferencia estriba en que en la empatía se precisa de cierto grado de preocupación (reverberación emocional) por el estado de la otra persona; además de comprender su punto de vista, se trata de una reactividad cognitiva y emocional, mientras que la SI hace referencia a la habilidad de leer las señales no verbales de otras personas y hacer juicios correctos acerca de las habilidades, características y estados.
Así pues, ser empático incluye la habilidad de ser sensible interpersonalmente, sin embargo, ser sensible interpersonalmente no conlleva necesariamente ser empático.
A veces conceptualizada como una habilidad, es central en el correcto funcionamiento social. Un claro ejemplo de ello es que aquellos niños con mayor SI son mejor valorados por sus compañeros en el colegio, al mismo tiempo que poseer un profesor altamente sensible lleva a una mejora en los niveles de aprendizaje de los niños (Bernieri, 1991), así como conlleva menor ansiedad social y mejor autoconcepto académico en preadolescentes. Además, bajos niveles de Sensibilidad se ven asociados a peor ajuste personal y social en niños.
Según Hoyle y Crenshaw, tomando como referencia la NPBEA (The National Policy Board for Educational Administration), en el contexto de la educación, poseer SI permite a la persona percibir las necesidades y las preocupaciones de otras personas, negociar con tacto con otros, trabajar con otros en situaciones emocionalmente estresantes o conflictos, gestionar conflictos, obtener un adecuado feedback, reconocer diferencias multiculturales y relacionarse con personas que poseen distintos backgrounds.
También en población clínica hallamos una relación entre las dificultades de interacción social y un ajuste psicológico con Sensibilidad Interpersonal. En concreto ciertas psicopatologías como la depresión mayor o la esquizofrenia se ven asociadas a problemas en la lectura de señales no verbales tanto en niños como en adultos.
Además, Davis y Kraus hallaron una asociación de altos niveles de SI con una menor rigidez cognitiva, mayor locus de control interno, mayor ajuste psicológico positivo, mayor empatía emocional, mayores niveles de inteligencia social, mayor confianza interpersonal, mejores relaciones y mayor autocontrol.
Así pues, aquellos sujetos con alta Sensibilidad poseen relaciones interpersonales más positivas, siendo percibidos como más disponibles en caso de ser necesaria su presencia o ayuda, es decir, son considerados como mejor apoyo social.
Por su parte, Hall, Andrzejewski y Yopchick vieron una asociación positiva de SI con siete características positivas de personalidad: empatía, afiliación, extraversión, meticulosidad, apertura, tolerancia y locus de control interno.
Asimismo, esta variable se relacionó positivamente con una serie de competencias sociales, entre las cuales destacan la competencia socioemocional y la calidad de las relaciones. Por otro lado, comprobaron cómo la SI se relaciona inversamente con algunos rasgos de personalidad como la timidez o la depresión.
También permite un mejor funcionamiento a nivel laboral y de liderazgo, además de influir en la alta satisfacción de los miembros del equipo y en su rendimiento (Schmid Mast, Jonas, Cronauer y Darioly, 2012).
Como puede observarse, la SI se relaciona con una serie de variables psicosociales, competencias sociales y otros indicadores de ajuste positivo que llevan a poseer mayor salud y a prevenir diversos problemas psicológicos, sociales y físicos.
Autor: Borja Luque, Psicólogo General Sanitario y Sexólogo en Vitaliza Psicología de la Salud
Puedes leer el artículo original, en el siguiente enlace: https://psicologiaymente.com/social/sensibilidad-interpersonal