02/05/2017

Diario de Navarra entrevista a Cristina Cortés

Pamplona fue la elegida para acoger la presentación oficial del libro de Cristina Cortés, «Mírame, siénteme» publicado por la Editorial Desclée de Brower, el pasado mes de marzo. La acogida fue espectacular, una sala abarrotada de personas en la Calle Mayor de la capital navarra que acompañaron a la autora en este día tan especial.

Sonsoles Echavarren quiso recoger su experiencia para trasladarla a los lectores del Diario de Navarra. El resultado fue una amena entrevista publicada en papel y también en la versión online del Diario. No queremos que te la pierdas.

“Vamos corriendo, sin mirar a los hijos ni saber qué sienten”

La agenda diaria y el estrés no nos permiten saber qué sienten nuestros hijos. La clave, cree está psicóloga, está en el ‘apego’, una ‘necesidad biológica’ de la que habla en su libro: la historia de un niño desde el embarazo de su madre.

SONSOLES ECHAVARREN Pamplona

Hay que madrugar, desayunar deprisa, vestirse aún más rápido y correr para llegar al colegio. El resto del día es una sucesión de clases para los hijos y trabajo para los padres, que concluye con otra carrera contrarreloj para ir a las actividades extraescolares, hacer la tarea, ducharse, cenar y dormir. Todo muy rápido. “Nos fijamos solo en las acciones pero no nos paramos a mirar lo que el niño está sintiendo”. Así de claro lo dice la psicoterapeuta infantil y juvenil Cristina Cortés Viniegra.

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Pamplonesa de 48 años y directora del centro de psicología Vitaliza (Mendebaldea), acaba de publicar el libro Mírame, siénteme (Desclée De Brouwer, 15 euros) en el que habla sobre el apego, una necesidad biológica que tenemos los seres humanos. Colaboradora con el departamento de Derechos Sociales del Gobierno foral en la atención a niños y adolescentes que viven con familias de acogida (abuelos, tíos o voluntarios que les acogen, ya que no pueden vivir con sus padres), es madre de dos hijos, Aitor y Oskia, de 27 y 9 años. “Como mujer trabajadora, he tenido que conciliar y también me ha resultado difícil mirar y sentir a mis hijos”. A través de la historia de Eneko, un chico imaginario de 7 años, narra la relación de un niño con su madre desde que se entera de que está embarazada hasta esa edad.

En su libro habla del ‘apego’. Ahora está de moda este tipo de crianza pero, ¿en qué consiste? Es una necesidad biológica. En un momento de la evolución, cuando aparecen los mamíferos, surge la conducta de cuidado de las crías porque dependen de las  madres para ser alimentadas.

Los seres humanos nacemos muy inmaduros y antes de tiempo (la cabeza del bebé es pequeña para atravesar el canal del parto y por eso, su cerebro, inmaduro). El apego es una conducta biológica para que el bebé y la madre conecten, para que se cubran las necesidades básicas del niño y se regule su sistema nervioso.

¿Y cómo se da esa situación? Es una conducta instintiva. El bebé cuando nace está preparado para reconocer a su madre por el olfato y saber cómo son los latidos de su corazón. Por eso, la aureola del pecho de la madre tiene el mismo olor que el líquido amniótico de la placenta. El bebé tiene así una continuidad del embarazo y reconoce a su mamá.

Habla también de la importancia del embarazo y de cómo influye el estado anímico de la madre en el bebé. ¡Menuda responsabilidad para las embarazadas! La responsabilidad debería ser social y de las empresas. Habría que cuidar mejor a las madres gestantes porque ya se sabe lo importante que es la gestación y las experiencias en el útero. El embarazo no es una enfermedad pero sí un momento importante.

¿Qué riesgos puede tener la ansiedad de la madre gestante en el bebé cuando ya nace? No es lo mismo una emoción en un momento dado que un estado  de ansiedad prolongada. Además, se ha estudiado que el mayor riesgo se da en el tercer trimestre del embarazo. Este estado de la madre llega al feto a través de las hormonas.

¿Y qué problemas ocasiona? Pueden ser bebés con más dificultades para regular su sistema nervioso (que no duerman, lloren mucho…) Cuando sean más mayores, también pueden tener Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Parto y adopción

Tras el embarazo, dice que el parto es otro momento clave para la vida de una persona. Desde que nace el niño y hasta que sale la placenta se da el mayor “chute” de oxitocina (conocida como hormona del amor) entre madre e hijo. Si el parto es por cesárea, el bebé no está expuesto a estas hormonas y no va a buscar tanto el contacto con la mamá. Por eso, hay que provocarlo. Si en el parto ha habido sufrimiento fetal, el bebé estará muy estresado y será difícil calmarlo.

Apunta también a que la lactancia es el mayor “pegamento”. Al lactar también se segrega oxitocina. Por eso, cuando un bebé lacta mira embelesado a su mamá y ella, a su hijo. Pero con una lactancia artificial, también se puede crear ese vínculo. De hecho, si una madre está estresada es preferible pasar al biberón.

¿Y qué ocurre con los niños que son dados en adopción? Cuando a un niño le quitan a su madre, aunque sea nada más nacer, pierde el referente anterior y se rompe esa continuidad biológica. A nivel sensorial (no cognitivo, porque aún no hay conocimiento), el niño está experimentando un abandono.

¿Y cómo le va a afectar? Queda en su memoria implícita (sensorial, emocional… que tenemos desde que nacemos) pero no es la explícita (que surge a partir de los 2 años). Pero cada historia de adopción es particular y, aunque todos tienen la experiencia del abandono en algún momento, no todos precisan terapia.

¿Qué deberíamos hacer los padres, biológicos y adoptivos, para fomentar el apego con los hijos? No dar soluciones sino saber qué sienten. Si el niño se cae no tenemos que decirle que no llore, que ya le vamos a curar sino preguntarle qué siente (rabia, dolor…) No importa que nos equivoquemos sino que reparemos el daño. Una de las características de las familias que tienen apego seguro es que, ocurra lo que ocurra, encuentran solución al problema.

Una terapia para superar traumas

Una terapia con movimientos de los ojos mientras se está despierto. Para superar traumas y fobias. Es lo que propone el EMDR (la siglas en inglés de la desensibilización y reprocesamiento por medio de movimientos oculares), una terapia que utiliza Cristina Cortes. La usa para ayudar a superar fobias (niños que no quieren comer, tienen pesadillas…) o para reparar el apego en pequeños adoptados o que viven en una familia de acogida. “Intentamos propiciar los movimientos del ojo que se producen en la etapa REM del sueño pero cuando el niño está despierto. Se hace siguiendo el dedo, escuchando música…” De este modo, apunta, se puede llegar a un recuerdo que contiene una información traumática y conectar con las emociones.

Publicada en diariodenavarra.es