El vínculo que forjamos en nuestra infancia con nuestras figuras de apego, tendrá mucha influencia en nuestras relaciones amorosas en la vida adulta (Feeney y Noller, 1990), debido a que en la relación con la figura de apego, es cuando se aprende a que te expresen y a expresar tus sentimientos, a que te demuestren el afecto, y tú lo demuestres, a que te acaricien y tú acaricies…. Es
decir, se aprende a comunicar de manera íntima y lúdica, algo que será esencial en las
relaciones sexual-amorosas (López, 1993).
A continuación, os dejamos un relato de la colaboración que realiza Javier Elcarte con Navarradigital, donde profundiza en lo que algunas personas sienten en sus relaciones afectivas, dejando la puerta abierta a la esperanza de aprender amar y amarse:
