«En realidad, para poder estar disponible emocionalmente de manera consistente y atender las demandas emocionales de nuestros hijos; para poder realizar un esquema mental de sus necesidades y emitir una respuesta sensible y reflexiva, es necesario que nosotros mismos nos hayamos liberados de nuestras propias inquietudes, o bien que las podamos manejar sin que nos arrastren, o sin desconectarnos.» (Cristina Cortes. «Mírame, Siénteme»)
Ser consciente de las experiencias primigenias de la infancia, sobre todo con respecto a la relación del niño/a con las figuras de sus cuidadores, es la base y fundamento de nuestro desarrollo como seres humanos.