Llega la amenaza y la vida se congela. Emerge la angustia sepultada bajo días de frenética actividad.
Desaparece el contacto con la piel de quienes queremos. Se marcha el descanso de un abrazo, se va la calidez de un beso.
Quedamos expuestos al desconocido páramo que somos y que ignoramos.
Aparece el vacío imposible de llenar por nuestras defendidas mentes.
Torrente de pensamientos que huye del contacto con ese puño negro que nos agarra el pecho, escondiendo respuestas para preguntas a las que todavía no sabemos poner palabras.
Es el momento de la dificultad, el momento del miedo, el de la incertidumbre.
Es ahora cuando el cuerpo despierta, ahora cuando tenemos la oportunidad de sentir con más fuerza, cuándo podemos escuchar más claro.
Es en este momento donde puede comenzar el camino de la consciencia.
Y a propósito de la consciencia, aquí va un link a una meditación para practicar en estos momentos de dificultad: