Como padres, pensamos mucho en cómo hablan y cómo se comportan nuestros hijos. Los corregimos cuando necesitan disciplina, y nos aseguramos de que usen buenos modales y los alejen de comportamientos groseros. Pero tal vez no siempre prestamos atención a lo que decimos y cómo lo decimos.
A menudo es difícil para nosotros ver nuestras acciones objetivamente. Cuando pienses en cómo describirías la forma en que interactúas con tu hijo diariamente, imagina que grabas tus interacciones y reproduces las imágenes y el sonido como si de una película se tratase.
¿Tu voz sonaría paciente y amorosa? ¿Pareces comprometido e interesado en lo que tu hijo estaba diciendo? ¿O te verías a ti mismo whatsappeando – en lugar de prestar atención a tu hijo? En otras palabras, ¿crees que estabas en tu mejor momento?
Si la respuesta es no, entonces piensa en lo que puedes hacer para cambiar la forma en que te comunicas con tu hijo. ¿Es tu voz áspera, impaciente, o agresiva cuando estás hablando con tu hijo acerca de algo que hizo mal? ¿Suenas enfadado con tu hijo aunque no haya hecho nada malo porque estás cansado? Piensa en el tono de voz que usas y presta mucha atención a cómo puedes suavizarlo cuando hablas con tu hijo, incluso si estás corrigiendo un problema de conducta.
Razones importantes por las que el tono y las palabras pueden ser más positivos
Aquí hay algunas razones importantes por las que tu tono de voz y las palabras que utilizas pueden hacer que la comunicación entre padres e hijos sea mucho más positiva y gratificante:
- Es más probable que tu hijo escuche. Esto es lógica básica. ¿Qué prefieres – alguien que te está hablando con un tono severo o crítico o alguien que te habla con una voz tranquila, razonable y agradable? Incluso si hay un desacuerdo o necesitas corregir algo que tu hijo está haciendo, una voz suave, incluso si es firme, probablemente obtendrá más atención de tu hijo y será más probable que escuche lo que le estás diciendo.
- Ser duro no es efectivo. Cuando gritas o hablas agresivamente a tu hijo, es menos probable que obtengas buenos resultados e incluso puedes dañar vuestra relación. De hecho, la investigación demuestra que gritar puede ser tan dañino como «azotar». Claro, tu hijo puede escuchar a corto plazo, pero si deseas que tu hijo desarrolle las habilidades que necesita para regular su propio comportamiento, hablar bien es claramente el mejor camino a seguir.
- Los niños aprenden de nuestro comportamiento. La manera más segura de hablar a tu hijo es hablarle bien. ¿Y si constantemente le criticas y le hablas con dureza? Bueno, puedes adivinar lo que obtendrás de eso.
- Tendrás una relación más fuerte. Cuando tratas a tu hijo con respeto y amabilidad, fortalecerás tu vínculo. Di «Gracias» y «Por favor» cuando hables con tu hijo, y explica con firmeza que esperas que él haga lo mismo. Tratar a tu hijo con buenos modales y respeto favorecerá el acercamiento y la comprensión; La aspereza en la voz o tus palabras tendrán el efecto contrario.
- Tu hijo tratará con respeto a amigos, maestros y otras personas en su vida. Cuando usas un buen tono de voz con tu hijo en casa, naturalmente lo hará en la escuela y en otros entornos. No pasará mucho tiempo antes de que los que están alrededor de tu hijo comenten sobre sus buenos modales y su manera de hablar, y él estará orgulloso de estas habilidades, las cuales se trasladarán a la adolescencia y más allá. Imagínate: ¡un adolescente educado que sabe expresarse de una manera respetuosa! Es posible cuando inculcas estas habilidades en el momento adecuado.